Pese a que apenas conserva algunas de las edificaciones que le dieron vida cuando se convirtió en centro neurálgico del Consorcio Nacional Almadrabero, el poblado de Sancti Petri aún posee ese poder, casi hipnótico, que le confiere su dilatada historia y uno de los entornos naturales más espectaculares de cuantos existen en la costa de Cádiz.
Y es que pocas experiencias son equiparables a la de pasear por sus calles cuando amanece o cae la tarde. Calles que, por si fuera poco su atractivo, se asoman al Caño de Sancti Petri, el Castillo de Sancti Petri y el Parque Natural Bahía de Cádiz.
De gran belleza, la actividad atunera, que vivió su ocaso en 1973, ha dado paso al desarrollo de un sinfín de actividades, convirtiéndose en uno de los enclaves preferidos para los amantes de la vela y deportes náuticos.