Además de por su aguas, las poblaciones que, metro a metro, dan forma y vida a nuestro litoral también están unidas por tradiciones, productos e, incluso, razas que han marcado el pulso de la tierra durante siglos. Criaturas que no solo han sobrevivido, sino que han prosperado gracias a su asombrosa adaptación al medio y a la calidad excepcional de los recursos que ofrecen, convertidos en emblemas de la costa de Cádiz.
Dos de esas razas son motivo de culto desde hace décadas en una de esas fincas que se enmarca en un entorno natural de extraordinaria belleza y singularidad. Te hablamos de la vaca y del caballo marismeños y de la Finca la Pitilla, ubicada a los pies de uno de los Pueblos Más Bonitos de España, Vejer de la Frontera.

A orillas de la que un día llegó a ser una de las lagunas más grandes de Europa, La Janda, esta finca es reconocida por la crianza del ganado Marismeño. Raza autóctona de la que, como pudimos comprobar in situ, resaltan su porte, variado pelaje y, sobre todo, imponente cornamenta.

Bajo la mirada experta de los ganaderos Daniel y Montserrat López Melero, los animales crecen en libertad. “Respetamos algo tan importante como los ritmos de la tierra y las raíces de nuestra cultura”, afirman los hermanos mientras realizan el herrado de los últimos nacimientos en la finca.
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Pero su pasión va más allá de la ganadería: también rinde culto a la elegancia de las yeguas marismeñas, cuya belleza salvaje convierte cada rincón de la finca en un canto a la biodiversidad. “Aquí todo respira autenticidad”, señalan los hermanos con orgullo. “Conocemos el extraordinario valor de nuestras razas, sus ritmos de crianza y la importancia de proteger este entorno privilegiado en el que se ubica nuestra finca”.

Esa conexión profunda entre tradición, naturaleza y futuro se vivió intensamente el pasado 27 de septiembre, durante un herradero que se transformó en jornada de celebración, legado y esperanza. “Fue un día para honrar el ciclo vital de nuestros animales y reafirmar el alma ganadera que nos define”, concluyen Montserrat y Daniel.
La Finca La Pitilla, hogar del prestigioso encaste Patagallina, se alza como santuario donde la historia rural de Cádiz sigue escribiéndose con fuerza, nobleza y respeto.