Jamás una pequeña entrada de mar dio tanto que hablar. Jamás un territorio de poco más de medio kilómetro fue tantas veces inspiración de poetas y carnavaleros… escenario de mil y una historias íntimamente ligadas al mar, a sus claros y oscuros.
Su nombre, La Caleta, no es un nombre cualquiera para los gaditanos, no es un rincón más; es el centro, el corazón, de una ciudad, la más antigua de Occidente, que sueña y vive por el mar, que está ‘condenada’ a desembocar en él.
Así que pasear por su arena, disfrutando de los castillos que la delimitan, que la protegen (San Sebastián y Santa Catalina), haciendo una parada bajo los pilares de su bello balneario y dejando volar la mente mientras no deleitamos en el balanceo de sus barquillas es algo más que una simple recomendación, es casi un ‘mandato’ para quienes están/estáis interesados en los tesoros de la costa de Cádiz.
Una visita que, os lo aseguramos, os marcará y que, si os apetece, podéis continuar tierra adentro, recorriendo las calles del Barrio de La Viña, saboreando su rica y variada propuesta gastronómica, siempre ligada al mar.