Dice el rico refranero español: “Dime con quién andas y te diré quién eres”. Algo así se podría decir del atún rojo de almadraba y su extraordinario e inigualable valor gastronómico.
Y es que los sabores y texturas del atún rojo de almadraba no son fruto de la casualidad. Es más, tienen gran parte de su explicación en la rica alimentación que tienen estos grandes túnidos, basada en presas también de gran valor gastronómico y que, sobre todo, le ayudan a generar ese porcentaje de grasa tan determinante para la calidad de su carne.
Voraces como pocos, los atunes rojos, en su largo recorrido hasta las cálidas aguas del Mar Mediterráneo, tienen como base de su alimentación calamares, caballas, anchoas, peces voladores, crustáceos y kril (pequeños organismos vivos que es también el alimento de mamíferos marinos como las ballenas, orcas, delfines y focas); de ahí su excepcionalidad como producto.
Es tal su voracidad, que los pescadores del Golfo de Cádiz, al paso de los grandes bancos de atunes rojos, detectan un descenso en sus capturas de caballas, uno de los pescados más sabrosos y saludables de estas aguas.
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