A escasos metros de esa ‘sacristía’ (la Cueva de las Orcas) en la que se relatan los orígenes de la estrecha e histórica relación de estas aguas con la captura del atún rojo se levanta el Faro de Camarinal, una torre de piedra que rompe el mágico horizonte de azules intensos de Cabo de Plata.
Heredero de las torres de vigilancia que en el siglo XVI mando construir Felipe II para defender la costa de los ataques de los piratas berberiscos, domina uno de los paisajes más bellos del litoral gaditano. Uno de esos hipnóticos lugares que invitan a dejar la imaginación volar. Un lugar, con mayúsculas, para el disfrute de los sentidos.