De estilo mudéjar, es uno de esos faros, no muy numerosos, asociados a un río, a la entrada de un puerto pesquero, en este caso el de Sanlúcar de Barrameda, tierra de conquistas, noble manzanilla y langostinos que quitan el sentío’.
Levantado a finales del siglo XIX en la playa de Bonanza, destacan los ladrillos rojos que le dan forma octogonal y su bella cúpula blanca.
De 19 metros de altura, cuenta con vivienda para el farero, que en Bonanza siempre se llamó farista.
Sin lugar a dudas, una de esas visitas obligadas en una población que a lo largo de su historia siempre ha mirado al mar y su río, el Guadalquivir.