Disfrutar de la costa de Cádiz no es una cuestión del verano, ni mucho menos. Es más, ahora, con las playas y calles de los pueblos marineros de la costa gaditana menos transitados, más serenos, con otras luces, estos muestran una cara más atractiva para actividades tan simples y reconfortantes como la de pasear.
Paseíto que hoy nos hemos dado el lujo de realizar por las calles de uno de los pueblos más bonitos y anhelados de nuestro litoral, Conil de la Frontera; desde su espectacular playa de Los Bateles hasta ese arco que da entrada a una villa de atunes rojos de almadraba, pescados artesanales, vacas retintas, huertas salinas, amaneceres únicos, calas de película y, por supuesto, playas de esas que te quitan el hipo y que, afortunadamente, aún se muestran en una estado muy natural o virgen.
Paseo que, con ese silencio aliado del amanecer, nos lleva por su paseo marítimo, por su veleta atunera para, seguidamente, ir al encuentro de la Plaza Santa Catalina y, con ella, a la iglesia del mismo nombre, la Torre de Guzmán o la chanca, ese mítico rincón que nos habla de la estrecha relación de los conileños con las almadrabas.
Y de ahí, del corazón de Conil, entre calles blancas, estrechas y floreadas, llegamos a la puerta de la villa; lugar de encuentro, de sabores de Conil.
¿Qué más se puede pedir para empezar el día?
¡Anímate a descubrirlo!