Cuando uno imagina, sueña faros, lo hace en entornos únicos, entornos y paisajes que, incluso, son capaces de fundir a vista de pájaro dos continentes, dos territorios cercanos, pero tremendamente diferentes, diversos.
Escenarios que solo están al alcance de algunos, pocos, faros, como el de Punta Carnero. Vigilante de la Bahía de Algeciras, sus orígenes se remontan a una torre almenara de 1608, cuando los barcos piratas amenazaban la costa gaditana y, muy en especial, las aguas del Campo de Gibraltar.
Vital para el tránsito de una de las zonas más complejas para la navegación, el Faro de Punta Carnero es uno de esos grandes regalos para los amantes de los faros y de enclaves inigualables.